El rastro de la mierda

“Optimista es alguien que no ha entendido lo que está ocurriendo” Esa frase la escribí en un pizarrón de la universidad, cuando, de estudiante, me tocó exponer un tema sobre el potencial de la economía en el país. Han pasado décadas y aún creo que refleja el sentir no sólo de los universitarios, si no de la sociedad misma. Pero, irónicamente, hoy creo que es la ruta equivocada.

El ser pesimista nos da un aire de sabiduría, de gente experimentada que no se traga las mentiras, bajo ninguna circunstancia. Pero también nos condena a desear que nuestras previsiones se hagan realidad y poder decir al final: “Se los dije”. Ahora pienso que no hay nada más miserable en uno mismo que el ser pesimista, pues mata cualquier intención optimista por salvar lo que parece insalvable. En esta tónica el optimista parece como un ser cándido que pronto se dará cuenta que no vale la pena ningún esfuerzo. El derrotar al optimista es -actualmente para mí- acabar con la esperanza del cambio.

Daniel Goleman, distingue en su libro Inteligencia Emocional las reacciones ante el fracaso un ser optimista comparado con un pesimista.

Ante el fracaso, el pesimista:
-Se siente incapaz de modificarlo
-Asume la culpa
-Cree que es deficiencia personal
-Se lamenta y deprime
-Se vuelve apático y derrotista
-Se preocupa por lo que saldría mal
-Al final, termina abandonando la tarea

Por su parte, ante el fracaso el optimista:
-Piensa que puede ser superado
-Formula un plan de acción
-Piensa que es sólo un contratiempo
-Responde con elegancia
-Genera esperanzas
-Busca manejar la situación
-Al final alcanza un resultado

Contra la visión intelectualoide, que favorece al pesimismo y trata como retardados mentales a la gente que busca libros de autoayuda, hace algunos años decidí que iba a ser optimista, bajo cualquier circunstancia y frente a cualquier tipo de presión.
Ayer en una interesante conversación recordé un chiste cuya fuente y temporalidad olvidé, pero que explica muy bien la diferencia del optimismo frente al pesimismo. (Aclaro que por ser parte de la cultura oral puede estar muy modificado respecto a su fuente original).

Un padre preocupado porque sus hijos tenían posiciones extremas, uno ante el optimismo y otro ante el pesimismo, decidió que iba a aprovechar los regalos de Navidad para equilibrar esas actitudes tan lejanas entre sí. Así que optó hacerles un regalo diferente a cada uno de ellos. Al pesimista le obsequió el mejor regalo que su economía podía permitirle, al optimista lo más asqueroso que se le podría haber ocurrido. Al pesimista le compró una pequeña motocicleta a gasolina que sería la envidia de cualquier niño de su edad. Al optimista le regó mierda de caballo por el piso de su recámara. Cuando sus hijos llegaron a casa, les dijo que les tenía una sorpresa y que fueran cada quien a su habitación para ver de lo que se trataba. El primero en regresar fue el pesimista, con una cara de molestia y las manos en los bolsillos: “¿Qué te pasa? ¿No estás contento?” le preguntó el padre. El niño contestó: “No, papá, ¿por qué me regalas eso?, ¿no ves que me puedo caer y lastimar?, ¿cuánto va a costar ponerle gasolina?, ¿qué pasa si salgo a jugar y alguien me la roba?”. El padre no pudo responder, pues vio que se acercaba el niño optimista, quien volteaba para todos lados y miraba a lo lejos, alrededor. “¿Qué pasa hijo?, ¿qué buscas?”, le preguntó al optimista, quien contestó: “Es que ya sé que me regalaste un caballo, pero se salió de la recámara y lo estoy buscando porque aun no lo encuentro”.

Después de que escuché ese chiste, pienso que la mierda puede ser la clave para encontrar algo mucho más valioso que el olor que despide y el aspecto que tiene. Sigo el rastro de la mierda, no sé... quizás pronto encuentre al caballo.

Comentarios

Anónimo dijo…
pum! le pegaste con este post!
Bravo!

marcel alek
Si, soy optimista incorregible... creo en Dios, en la vida, en que el Sol saldra mañana y que todo sera mejor cada día... Es maravilloso tu post, Gracias Gus por esas sonrisas que nos dibujas aqui y alla con esta forma de pensar :) Patty
Soketoloke dijo…
Excelente post, saludos.